viernes, 28 de agosto de 2015

Campagnoli - Nisman - Poder Ciudadano

Poder Ciudadano tuvo la valiosa idea de realizar un reporte anual sobre el estado de las prácticas de transparencia y la situación de la corrupción en Argentina.

Tuvo también, la idea (nada valiosa) de invitarme a reflexionar unas breves páginas sobre un asunto, un caso, un episodio institucional que habían identificado como revelador y significativo de los desafíos que tiene la comunidad política en este campo.

El ejercicio fue muy enriquecedor (qué enseña, qué se encuentra, qué puede iluminar este episodio para el futuro de nuestras prácticas).

Durante varios días en Noviembre de 2014 estuve dando vueltas sobre el asunto, y lo que quedó fue volcado en estas páginas que pueden encontrar más abajo.

De todo lo que quedó (que es mucho), y pensando en el futuro, me pareció oportuno resaltar Un Fracaso, Una Vergüenza y Una Tragedia.

Ni en la peor pesadilla podría haber imaginado que dos meses después, la muerte del Fiscal Nisman comenzaría otro capítulo horroroso de la descomposición y perversión de la institucionalidad gubernamental argentina y de la degradación moral de nuestros actores institucionales.

La familia del Fiscal Nisman tiene la certeza de que fue asesinado. La Presidente de la Nación comparte esa evaluación, no tiene dudas de que no ocurrió un suicidio. Pero no sabemos nada.

Personalmente, veo aquí otra Tragedia, otra Vergüenza y otro Fracaso institucional. No es sólo la muerte de un Fiscal. Es la muerte de la verdad lo que lacera mi conciencia. Estructuralmente igual que en el triste caso del Fiscal Campagnoli.

Gracias (y felicitaciones) a Poder Ciudadano

https://www.youtube.com/watch?v=OdbrVRc2l5U


miércoles, 5 de agosto de 2015

LA DESINTEGRACIÓN DEL DERECHO



Una mañana soñé este sueño aterrorizador.

 Soñaba que los niños del mundo se desengañaban un día, diciéndose a sí mismos, y entre ellos:

"los padres, las madres, todxs ellxs, quieren dominarnos, usarnos, instrumentalizarnos. Somos objeto de explotación y sojuzgamiento transgeneracional".

Sobresaltado me desperté, pues soy padre. Atormentado por mi propia fabricación. No sabía si era peor mi sueño, la perspectiva de que la imputación del sueño fuera cierta, o la perspectiva de que la situación del sueño pudiera ocurrir.

Le conté el sueño a varios amigos y amigas (madres y padres). La duda, el temor, se dejaba ver en algunos de ellos.

Hay algo peor, me dijo una amiga. Algo mucho peor. No lo creo respondí, corto de imaginación como siempre. Hay algo peor en el sentido de que es igual de malo (igual de malo) pero más fácil de que ocurra, demasiado fácil, y eso es aterrador. Es difícil que tu pesadilla se realice, pues difícilmente los niños del mundo adopten mayoritariamente esa visión paranoica-conspirativa. Pero no es difícil que adopten la visión de que las relaciones padres-hijos son instrumentales, contingentes, contextuales, estratégicas (aunque sean mayoritariamente para el amor y el deber...podrían serlo para la dominación...)...y una vez que la relación es un instrumento, el daño (irreparable) está hecho. De eso estamos siempre muy cerca.

Mi amiga es geóloga, y no tenía idea de lo que significaba lo que acababa de decirme: Me había explicado la devastadora realidad del derecho en la Argentina, que explotó de sentido en 2001 y cuyos pedazos nunca se volvieron a juntar (nunca, lo siento).

Lo que me explicó es aquello que Habermas ya había dicho, claro. Eso de que "la legitimidad del derecho necesita de un momento de incondicionalidad, de no-instrumentalidad".

Casi paradojalmente, decía el tipo, el derecho sólo puede ser legítimo (estar revestido de legitimidad) en cuanto no sea (no sea tratado, concebido, imaginado como) un mero instrumento. Sólo así es posible la legitimidad por vía de legalidad (o algo así).

Ahora bien..."el derecho es instrumento de opresión de clases"; "el derecho es instrumento de opresión de género", "de la oligarquía", "del Kirchnerismo", "del FMI", "de Clarín y las corporaciones", "de la cultura hegemónica", " de la iglesia"....de quien sea.

Seguramente ninguna de esas visiones ganará mayoritariamente la disputa por el sentido en ningún lado (como la acusación de los niños de mi sueño), pero lo que mi amiga me mostró, es que sí pueden ganar (yo diría que han ganado) otra, igual de devastadora..."el derecho es radicalmente instrumento" (instrumentalizable).  Más dramático aún, el derecho no es, no puede sino, ser instrumento (instrumentalizado/ble).

Y entonces...el derecho no puede (ya, nunca más) ser legítimo. Game Over (vieron pixels? buenísima peli). 

La pesadilla del derecho argentino, lo que hemos logrado, es desintegrar el elemento ("mítico" dirá el francés, "incondicional" dirá el aleman) que revestía de legitimidad la posibilidad del derecho.

La pesadilla del derecho argentino es que no podemos dejar de deslizarnos por el tobogán de la conciencia de instrumentalización, el big bang del derecho explotó en 2001 y no hay forma de dejar de alejarnos de su centro, que es ya sólo un agujero negro, de nada, de sinsentido.

La pesadilla del derecho argentino es que hemos perdido, renunciado, imposibilitado, la idea de legitimidad del "estado de derecho".

Durante casi 200 años estuvimos peleando por darle contenido a ese ideal (dotarlo de sentido, constitucional, democrático, autoritario, populista, liberal, fascista, fundamentalista, religioso, ateo, etc.) pero presuponiendo todxs su momento incondicional, no instrumental...

Ya no más...nuestra pesadilla es nuestra realidad. 

El estado de derecho es una imposibilidad (pues el derecho, como incondicionalidad, es una imposibilidad).

Sólo hay "estado instrumental".
Y entonces no hay legitimidad posible.
No hay sentido...no hay palabra.
Go and fuck yourself, You know you just can't win! (como dice la canción)

LOST FOR WORDS
https://www.youtube.com/watch?v=1p2mvvxY9vc