Una bella canción que templa el corazón, comienza diciendo:
"Una palabra, dame una palabra, una palabra, sólo una palabra..."
Un recuerdo para empezar:
Acaso la gran metáfora del "autogobierno" argentino.
La Semana de Mayo de 1810.
Una revolución que no fue, una junta de gobierno simulando, impostando, haciendo como si...
Y afuera (sí afuera, sobre todo afuera) el lema fundacional de la argentinidad ciudadana: "el pueblo quiere saber de qué se trata (adentro)".
Otro recuerdo para seguir:
Todo un plan de gobierno -de terror-: Secreto y clandestino en diseño y ejecución.
Ese fue el (simple) nervio central que encauzó el horror de la última dictadura.
El signo del 24M que todavía estamos empezando a exorcizar es, también, el del gobierno clandestino.
Pero la democracia cambia todo, no? Al menos debería...
Pero ocurre que no. Lo siento, pero no.
En la matriz del dominio, del poder, del ejercicio del gobierno, sigue latiendo el mismo combustible: el secreto, el ocultamiento, el engaño, la oscuridad informativa, la clandestinidad.
El poder, el dominio, el gobierno, en nuestra democracia se construye y se mantiene no sólo con los votos. Su nervio central también contiene la construcción del desconocimiento, el estado de ignorancia y error ciudadano, la exclusión del acceso al conocimiento público.
Nuestra democracia vive -y opera- en las tinieblas: Los "de adentro" las crean, expanden y mantienen.
Los que ejercen el poder (todos) deciden que el pueblo no debe saber (nunca) de qué se trata.
La oscuridad informacional, el secreto, la clandestinidad estadística son la arcilla con la que se construye la acción de gobierno.
Un nuevo recuerdo me asalta ahora: Mi presidente metaforeando sobre cómo "nos secuestraban los goles".
En estos días, cuando mi propio Ministro de Economía me priva de conocer los datos de la pobreza en mi propio país; me engaña acerca de cuántos trabajadores pagan impuesto a las ganancias, me sigue mintiendo sobre la inflación...en estos días...
NUESTROS SERVIDORES PÚBLICOS NOS SECUESTRAN EL CONOCIMIENTO. LO HACEN DELIBERADAMENTE. AVIESAMENTE. APARENTEMENTE, SIN VERGÜENZA Y SIN CULPA.
No saber nada, una condición funcional para la impunidad retórica.
No saber nada, una condición funcional para el peor de los dominios. El de la oscuridad.
No saber nada, la marca de un ejercicio clandestino del servicio público.
No saber nada, quedarse afuera "queriendo saber de qué se trata", es nuestra condición, aun en democracia.
Una palabra, dame una palabra, sólo una palabra. No me des basura, engaño, oscuridad. Dame una palabra.
Esa bella canción, que templa el corazón, termina diciendo:
"200 años, de qué sirvió... haber cruzado a nado la mar?"
https://www.youtube.com/watch?v=Ug_-ERtxxBQ
Hay días en que no sirvió de nada.
Luz, algún día, luz, y que veamos lo que haya que ver. Qué sepamos de qué se trata. Algún día.
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